Análisis preliminar del Terremoto de Chile 2010

⊆ 17:20 by Elías Concha | , , . | ˜ 0 comentarios »

Tal vez es demasiado pronto para hacer un balance luego de esta tragedia. En mi caso es la primera vez que vivo un terremoto y debo agradecer por la suerte que tuve. Algo que no podrán decir las miles de personas que perdieron a su familia y en algunos casos el trabajo de toda una vida.

Pero tras este desastre natural vino otro que claramente pudo haber sido evitado. El terremoto de 2010, como pasará a la historia, dejará no sólo una huella imborrable en nuestra memoria, sino también una lección que debe ser aprendida cuanto antes.

Para ser fiel a los acontecimientos, luego del gran remezón todo se fue a negro. No había luz en ningún lado y lo único que nos acompañó fue un modesto radio a pilas que un vecino tenía guardado en algún cajón de su departamento.

Desde ese modesto aparato, el periodista de turno no se cansó de repetir que la Armada de Chile había descartado la posibilidad de Tsunami, una noticia que tranquilizó a aquellos que temían lo peor. Sin embargo, la naturaleza se encargó de dejar en claro la ineptitud y pequeñez humana con una ola de 15 metros que arrasó y saco de cuajo miles de viviendas en las zonas costeras de nuestro país. Sin embargo, aún frente a la evidencia, la autoridad mantenía la versión de que se trataban de “marejadas” y que no revestían peligro para la población.

Varias horas más tarde - 36 para ser exacto- la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, junto a los ministros del Interior, Edmundo Pérez-Yoma, y al ministro de Defensa, Francisco Vidal, reconocieron en cadena nacional que la Armada cometió un error y que no tenían información fidedigna de la magnitud de los daños hasta ese momento.

Este fue el primer capítulo de una seguidilla de eventos desafortunados, ya que varias horas más tarde gracias a los medios de comunicación pudimos ver la cara más triste de esta tragedia. Cientos de personas en la ciudad de Concepción comenzaron a saquear las bodegas de los supermercados del sector, impulsados por el hambre y la sed a causa del desabastecimiento y la falta de servicios básicos, lo que se sumó a la falta de información y la nula presencia de autoridades centrales en el lugar. Sólo el subsecretario del Interior, Patricio Rosende, recorría las calles azoladas, pero nadie, ni siquiera la alcadesa Jacqueline Van Rysselberghe sabía realmente para qué estaba ahí.

Lo que ocurrió después es digo de ser incluido en una novela de terror. Hordas de personas abriendo por la fuerza las bodegas de los megamercados, arrasaron con todo a su paso. La ciudad parecía haber sido invadida por una psicosis colectiva y una sed incontrolable de destrucción, ya que tras el pillaje, los inescrupulosos prendieron fuego a emblemáticos supermercados y multitiendas que ardieron por varias horas, mientras algunas personas impotentes miraban como se quemaban los escasos alimentos sin poder hacer nada al respecto.

La condena social no se hizo esperar, mientras los alcaldes de otras localidades como Coronel y Hualpén suplicaban a la Presidenta que interviniera la zona con fuerzas militares porque la situación se tornaba insostenible.

Como si todo esto fuera poco, en la tarde del sábado 28 de febrero, un equipo de Televisión Nacional de Chile pudo llegar a la zona del epicentro y a través de sus cámaras mostró al mundo en qué estado había quedado el pueblo de Cobquecura. El lugar declarado zona típica tiempo atrás, estaba completamente en ruinas y sus construcciones dañadas en un 95 por ciento.

Tras este hallazgo, la televisión no paró de emitir imágenes de pueblos completamente destruidos por la furia del mar y la tierra, miles de viviendas y construcciones destruidas, rescatistas trabajando a obscuras y una autoridad impotente con una escasa capacidad de reacción.

Frente a la desesperación de la gente y a la falta de información, comenzaron a emerger declaraciones que sembraban un manto de duda que puso en tela de juicio el accionar de la autoridad.

El comandante en jefe de la Fuerza Aérea, el general del aire Ricardo Ortega, aseguró que la flota de aviones se encontraba disponible dos horas después del siniestro. No obstante, la autoridad política tomó la decisión de enviar ayuda a los lugares damnificados 36 horas más tarde.

Pero en ese mismo instante, mientras el Comité de Emergencia se encontraba reunido, unas cien personas permanecía atrapadas en un edificio en la costanera de la capital penquista, esperando que un pequeño grupo de rescatista pudiera penetrar la estructura a punta de taladros y picotas.

En Santiago, donde la intensidad fue de 8 en la escala de mercali, no hubo grandes pérdidas que lamentar, pero si quedó en evidencia otra realidad tan preocupante como la que ocurrió en el sur de país. El bullado boom inmobiliario, apoyado y promovido por autoridades de gobierno y instituciones financieras, mostró su lado menos amable. Decenas de edificios y condominios quedaron completamente destruidos o con daños estructurales irreparables.

Continuará…


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