Entrevista a Benjamín Lira

⊆ 14:45 by Elías Concha | , . | ˜ 0 comentarios »


“Siento que al medio la cultura le importa un bledo”

Diez y media en punto, toco el timbre, se abre la puerta. Metro ochenta, ojos azules, incipiente barba y tenida sport. Luego del saludo y de un apretón de manos de medio siglo, me invita a recorrer el departamento. Miro a mí alrededor y estoy rodeado de paredes llenas de figuras y colores. Así comienza todo. En un cómodo taller de providencia, un martes por la mañana.

Mis ojos hiperquinéticos divagan entre cuadros, dibujos, muñecos, pinceles, lápices y todo tipo de cosas que el artista ha recolectado por años. Mientras prepara café en la cocina aprovecho la oportunidad para hurgar entre tantas maravillas y encuentro uno de los dibujos de Claudio Bravo, uno entre tantos apilados en una de las piezas.

Nos sentamos en el living, cerca de la ventana. La luz se cuela a ráfagas por las cortinas blancas. Ya más relajados damos inicio a lo que será una conversación agradable.

- ¿Por qué decide dejar arquitectura y dedicarse al arte?
- Yo no decidí, lo hicieron mis profesores cuando estudiaba en la (Universidad) Católica de Valparaíso. Ellos me recomendaron que me fuera de la escuela y que siguiera un curso de pintura. Recuerdo que siempre decían que mis observaciones y croquis eran más artísticos que arquitectónicos. Creo que si hubiera estudiado en otra parte habría seguido arquitectura.

- ¿Algún profesor que recuerde de forma particular?
- No. La escuela entera tenía un movimiento estudiantil interesante, rico y muy profundo. Fue un momento muy complejo y muy enriquecedor. Además, la ciudad de Valparaíso también fue un detonante importante, visualmente es una ciudad muy pictórica, llena de colores, texturas…

- Siguiendo con los recuerdos, ¿cómo fueron esos años en el extranjero?
- A los 19 años me fui a España. Como había estado antes en Europa pensaba que era un lugar donde podía aprender. Me inscribí como alumno libre en la academia San Fernando de Madrid, pero no me motivó y como el país pasaba por malos momentos políticos decidí irme a Londres. En ese entonces en Europa pasaban pocas cosas, todo ocurría en Estados Unidos.

- Entonces gana la beca Fulbright y decide irse a Nueva York. ¿Cómo enfrenta esa nueva experiencia?
- Bueno… era la primera vez que estaba en contacto con arte contemporáneo, lo que me marcó. También conocí a muchas personas. La cantidad de información era algo alucinante. Nunca había estado en una ciudad con 10 museos de alto nivel -por ponerle un número- y cada uno con una exposición importante. Cientos de galerías, cientos de publicaciones. Poder pasar por un cedazo toda esa información me llevó tiempo. Fueron momentos llenos de descubrimientos.

- ¿Recuerda algún momento en particular?
- Nueva York era una ciudad dura, difícil, aunque yo nunca lo sentí así. Todo era tan atractivo, fantástico…

- Y como latino…
- Sentía que tenía una libertad mayor, tal vez porque hablaba inglés y castellano. Tenía una herramienta, lo que fue positivo.

- Durante los 17 años que vive en Nueva York se casa y forma su familia. ¿Cómo fueron esos momentos?
- Fue una etapa muy enriquecedora. Tener familia en una ciudad compleja, pero muy abierta y receptiva fue algo muy especial.

- ¿Cómo influye su familia en su obra?
- Cuando nace mi hija vivíamos en un lugar relativamente grande, donde compartíamos talleres con mi señora. Como el mío daba a la calle y tenía más luz se convirtió en pieza de juegos. Entonces de alguna manera empecé a adaptarme. Cambié los formatos por unos más chicos, trabajaba con pinturas menos tóxicas, en fin…así fueron saliendo una serie de trabajos sobre papel influenciados directamente por el momento.

- ¿La acuarela era lo óptimo?
- No. En ese tiempo no hacía tantas acuarelas, pero sí trabajos sobre papel. Siempre me ha gustado mucho el papel. Ahora trabajo prácticamente todos los días en acuarela, sobre todo en mi casa.

- En sus comienzos incorporaba elementos a su pintura, sin embargo, hoy se ha volcado en un estilo más simple, tanto en el uso del color como de la forma. ¿Por qué?
- No sé si es más simple, tal vez no sea la palabra adecuada. Uno siempre va cambiando. En mis inicios trabajé mucho el ensamblaje, collage, cosas que sigo haciendo de manera distinta. Yo diría que la motivación, la simbología, el interés… obviamente que van cambiando, pero hay una estructura que no se modifica.

- ¿Se refiere a la esencia?
- Hay una esencia. No es que pinte lo mismo, ni trabaje sobre lo mismo que hace 30 años, porque sería absurdo, pero sí siento que hay unos ejes que siguen motivándome.

-¿Y qué lo motiva?
Ehhh… (Hace una pausa larga) Me motiva el descubrir. Cómo se va a solucionar esto. Soy muy exigente con mis cosas. No me interesa llegar a una fórmula, aplicarla y dar por terminada una obra. Para mi cada trabajo es un descubrir. No tengo una visión formal de cómo terminar lo que voy a comenzar. Mi trabajo es una búsqueda en la arena, en la tela, en el papel. Me gusta que vaya quedando ese residuo, esa acumulación de pigmentos, de líneas. Me interesa que se transmita ese tiempo usado en hacer la obra. Por ejemplo, esta pintura sobre papel (señala uno de los cuadros colgados en la pared), si te fijas bien, hay un sentido de la pintura. Uno puede adivinar que hay una acumulación de pigmentos que van saliendo uno detrás del otro, me gusta que se sienta eso.


-¿Pretende plasmar una historia en su pintura?
- Sí. Hay una arqueología si te fijas. En cuanto a cómo uso la línea, el pigmento. Claro que no se da en todas las obras, pero te diría que es una constante en mi trabajo. Te quiero aclarar que yo trabajo bastante, pero termino muy pocas cosas.

-¿Siente que a logrado una cierta culminación en su búsqueda artística?
- No. La búsqueda no termina nunca, es constante y creo que es eso lo que me motiva a seguir. Es importante entenderlo, porque muchas veces la gente dice: “pero este cuadro ya lo has hecho o es parecido a otro”, lo que es verdad. Obviamente a estas alturas de la vida hay un elemento casi automático de gestos que se van produciendo prácticamente solos. Otras veces uno lo puede dominar más, pero uno deja fluir esas cosas.

- ¿Acostumbra a trabajar en distintas obras al mismo tiempo?
- Sí. Cuando llego al taller no sé en qué voy a trabajar o si voy a comenzar algo nuevo. Me gusta picotear entre tres o cuatro cosas a la vez.

-¿Cómo enfrenta el desgano?
- Cambiando, básicamente cambiando, o sea, si estoy cansado de algo empiezo a trabajar en otra cosa. Muchas veces uno es muy crítico con su trabajo y tiene que dar vuelta la hoja, cambiar, botar, rallar…

- De la pintura pasa a la escultura ¿Cómo se produce ese trance?
- Siempre trabajé con volumen. En mi pintura aplico pastas o las mezclo con arena, así que la cerámica no era algo desconocido. Me interesa la idea de que la tierra se pueda quemar y llegar a una dureza tal que pueda ser escultura. El proceso alquímico de esta materia para llegar a ser un material tan noble.

- ¿Hace cuanto tiempo que trabaja en ello?
-Hace nueve años me metí en el tema. Investigué y comencé con cosas muy chicas. Ahora estoy muy contento porque cada pieza es un descubrimiento. En comparación con la pintura y el dibujo, yo no la puedo dominar al cien por ciento y eso me gusta muchísimo. Yo hago la pieza bajo ciertas reglas, pero llega el momento que la meto al horno y éste termina la pieza. Trabajo mucho con los accidentes que van ocurriendo en el proceso.

- Al admirar las obras de algunos pintores es posible identificar ciertas influencias, ¿Cuáles son las suyas?
- Para mi fue importante Francis Bacon. La pintura renacentista, los retratos de Piero Della Francesca. Me ha interesado siempre el mundo de los viejos maestros. Conozco muchos museos, es algo que me motiva, algo que me interesa mucho. Hoy día me siento muy cercano a todo arte popular, al arte etnográfico. Eso no quiere decir que yo pretenda ser un pinto popular. Quiero pensar que uno va cambiando todo el tiempo. Lo que me interesó hace 20 años no es lo que me interesa ahora. Siempre uno está buscando y centrándose en nuevas propuestas. Me gusta saber lo que está pasando, lo que está haciendo la gente joven. No solamente me interesa la pintura, me interesa mucho la fotografía. Estoy abierto a ver, a mirar y eso es la parte interesante del arte. Quedarse encerrado en una torre de marfil no tiene mucho sentido.

-¿En qué contexto ubica su pintura?
- Es posible que si yo hubiera comenzado a hacer arte hoy día tal vez no haría lo que hago. Siento que uno tiene que ser bastante riguroso y serio. Saber lo que uno puede hacer y que no. A mí no me motiva hacer instalaciones o hacer videos. Es algo personal, lo que no quiere decir que no pueda apreciarlo. Para mi la pintura no ha muerto, sigue vigente. Creo en la pluralidad en el arte. A propósito de esto mismo. La semana pasada fui jurado en un concurso de arte en Valparaíso. Ahí se premió aquello que tenía oficio, no porque quisiéramos premiar pinturas reaccionarias a lo contemporáneo, sino porque realmente lo que se mostró era de una factura pobrísima. Si alguien va a hacer una instalación, que la haga bien y que no la copie. Me encontré con muchas obras chocantes que no llegaban a nada. Al final se optó por premiar obras muy tradicionales, pero no era el objetivo.

- Cuando vuelve a Chile a principio de los 90 se vive un despertar artístico. Hay numerosos colectivos de orden contestatario y herederos de la Escena de Avanzada. ¿Cómo se enfrenta a este nuevo escenario?
- Me encerré en mi taller y traté de centrarme y continuar, más que adaptarme a lo que acontecía acá. No creas que fue fácil. Me costó bastante tomar el hilo de lo que estaba haciendo en EEUU porque cambia todo: la luz, los colores, la temática.

- Y el encuentro con sus pares artistas
- Tengo muy buena relación con todos ellos. Mucho respeto por sus obras. No tengo el rollo de por qué no hacen lo que yo, no es cuento.

- Si hacemos un recorrido por su vida y su obra. ¿Qué tiene ahora que no tenía hace 30 y que perdió?
- Bueno, uno siempre avanza y pierde muchas cosas. Hoy tengo más tiempo para meditar lo que estoy haciendo. Una visión más global. Pero la necesidad del arte, de mirar arte, se mantiene con la misma fuerza. Cuando llegué a Chile luego de haber estado en Nueva York fue como venirse a provincia. Ese primer momento fue muy complicado, pero hoy ya está solucionado por internet.

- “Cultura y arte para todos”, qué opina al respecto.
- Sería increíblemente bueno, pero qué entendemos por cultura. Este fin de semana estuve en Valparaíso y vi el “Carnaval de los mil tambores”. Lo encontré muy atractivo, algo positivo, lúdico y energético. Creo que eso es lo que se entiende por cultura hoy. No sé si comparto la impresión. Me imagino que esa es la misma gente que hace los graffitis en los cerros, la que hace artesanía. Es algo positivo, pero no sé si es cultura.


- ¿Y qué es cultura?
- Siento que la cultura es algo… haber… la artesanía (retomando el punto anterior) es parte de la cultura, pero no siento que solamente se tiene que quedar ahí. Creo que pueden dar un paso más adelante y existen otras manifestaciones. No sé si más refinadas o estudiadas o más… Para mí eso es cultura. Esto otro (refiriéndose a las batucadas y graffitis) me molestó, y si el graffiti es cultura para ciertas personas para mí no lo es. Ahora Valparaíso es patrimonio de la humanidad y se ve muy descuidado, se ve mal. Creo que ennegrece la ciudad.

- ¿Es el arte para todos?
- Ojala pudiera serlo. Creo que si la gente puede apreciar (arte) o tiene el tiempo para hacerlo, se es una mejor persona. Si viven en una ciudad más limpia, bella y ordenada; menos caótica, más amable y refinada, creo que podrían tener una mejor calidad de vida.

- ¿Son cultura y arte sinónimos de belleza?
- ¿Qué es la belleza? La belleza es algo que va cambiando todo el tiempo. No es monopólica. Lo que es bello para mí seguramente no lo va a ser para ti. Pero por lo menos hay que tener tiempo de pensarlo. No todo el mundo tiene el tiempo para dedicarse a encontrarse con la belleza, la gente está metida en otras cosas.

- ¿Cuál fue la primera palabra o frase que se le vino a la mente cuando vio las copas de Mario Toral?
- No me gustaron. Siento muy peligroso el arte mezclado con el comercio, porque eso no es cultura, eso es comercio. La membrana que separa el comercio del arte es muy delicada y si Mario lo hizo debió haber tenido sus razones. Te pongo el caso de Sami Benmayor. Él es un artista muy especial, su obra tiene algo lúdico, juguetón, amable, pero sigue siendo una obra de arte.

- Entonces está claro que si le ofrecieran pintar vajilla no lo haría.
- (Ya no tan enfático) Bajo ciertas circunstancias… yo creo que no lo haría.

-¿Cuáles serían las “circunstancias” para hacerlo?
-Mira, tendría que estudiar el asunto, no tengo la soltura para hacerlo, tan simple como eso. Conozco mis limitaciones. Es posible que en algún minuto lo tenga que hacer o lo pueda hacer, pero a mí me gusta comer en vajilla blanca y no necesito decoración, la siento muy tediosa.


- Catalogó a la relación de arte y comercio como peligrosa, sin embargo, el mercado es la regla que rige la sociedad actual. ¿Son el arte y el mercado un binomio compatible?
- Yo creo que es compatible, pero haciéndolo seriamente. El artista necesita del mundo de las galerías y de la infraestructura. Puede ser comercial o no comercial, pero necesita un lugar para poder mostrar: una galería, un museo. Lo que pasa es que en Chile tenemos un sistema muy primario. A los políticos no les importa mucho, entonces no se preocupan de dar plata para el arte.

- Volviendo a su obra. Usted habla de la soledad esencial del hombre, ¿a qué se refiere?
-Me interesa ese estado, ese choque entre el ser humano y lo que lo rodea. La idea de que de alguna manera, a pesar de que uno está en una comunidad, se puede estar solo con sus fantasías, alegrías… Con toda esa mochila que es la existencia. En fin, uno nace solo y muere solo.



-En sus obras ¿hay cuestionamientos o afirmaciones?
- Pienso que está todo y me gusta dejar ciertas preguntas abiertas para que el espectador pueda interpretar.

- Mirando sus cuadros se puede apreciar una oposición clara entre las líneas curvas de la figura humana y los trazos rectos y geométricos del entorno. ¿Podríamos decir que hay una lucha o enfrentamiento del hombre con lo que lo rodea? o ¿Una necesidad de encajar?
- Yo creo que son ambas cosas. Es una buena observación. No hay posibilidad de conexión entre estos dos ejes. Pero eso también depende de la obra, pues no todas son iguales.

- ¿Es usted creyente?
- Creo que sí

- Si pudiera definirse en una palabra ¿cuál sería?
- Observador

- Si pudiera retroceder en el tiempo, ¿volvería a estudiar arte?
- Yo estaba destinado a hacer lo que hago, eso no lo dudo. Haría todo igual. Tal vez, me hubiera quedado en Europa o EEUU, no sé. Siento que la cultura a nadie le importa y es un esfuerzo demasiado grande. Estoy aburrido que los museos no tengan plata, ni las galerías y que los artistas no puedan producir. Siento que al medio la cultura le importa un bledo.

- ¿Compra obras de otros artistas?
- Sí

- Si fuera a una exposición suya, ¿compraría alguna de sus obras?
- Pero de todas maneras.

EC



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